Para homenajear a Lucía Seles, empecé estudiando a Alfonsina Storni, convirtiéndome así, poco a poco, en otra romántica sufrida.

Me trastornaron tanto sus poemas, que tuve el impulso de presentarme en Mar del Plata y leerlos en el mismo océano donde ella murió. Mientras tanto, me fui a un colegio privado a pensar en la muerte.

A lo mejor, si la Storni, a sus cuatro años, se hubiese quedado en las montañas suizas en vez de mudarse a San Juan, y si esa “Cerveza Los Alpes, de Storni y Cia” hubiese prosperado, no se hubiese tirado al mar.

Fan desencadenada

Si no hubiese sido tan precoz, a sus 12 años, para dejar un poema fúnebre debajo de la almohada de su madre, y se hubiese concentrado en el taller de gorras (un taller de gorras!) en vez de acabar dirigiendo ese colegio que destrozó sus fuerzas nerviosas, a lo mejor no hubiese conocido a su amante el poeta e intrigante ciclista Quiroga con todo su historial de suicidios y accidentes familiares (pocas muertes tan románticas como una intoxicación cianhídrica).

Si se hubiese retirado a los cerros de Los Cocos para siempre y lejos de la industria; si se hubiese dejado de ideas feministas-modernistas-románticas; si su “El amo del mundo” hubiese aguantado más de tres días en cartel, la Storni no se hubiese tirado al mar.

Pero, a lo mejor, si la Storni no se hubiese tirado al mar, Lucía Seles no hubiese hecho “School Privada Alfonsina Storni” y yo no estaría leyendo ahora tan trastornada sus angustiosos poemas. Desde esta school privada, os leo “Voy a dormir”.
ai dios mio.

Voy a dormir
Alfonsina Storni

Dientes de flores, cofia de rocío,

manos de hierbas, tú, nodriza fina,

tenme presta las sábanas terrosas

y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.

Ponme una lámpara a la cabecera;

una constelación, la que te guste;

todas son buenas, bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes…

te acuna un pie celeste desde arriba

y un pájaro te traza unos compases

para que olvides… Gracias… Ah, un encargo:

si él llama nuevamente por teléfono

le dices que no insista, que he salido.


Oficinista en Levy Pants.

(Fotos de Antonio Cadenas)

Comparte este artículo. Elige tus Redes preferidas:

Deja un comentario

cuatro + 16 =